Cuando hablamos con otra persona, operamos con ciertos supuestos básicos de entendimiento. El más fundamental de estos supuestos tiene que ver con el entendimiento del mundo. Sin embargo, para los pacientes con demencia, la confianza habitual con la que uno ve las cosas se ve debilitada. ¿Y qué significa esto? Significa que debemos de hacer nuestros hábitos de comunicación más claros, escuchar con más detenimiento, y recodar que hablamos con palabras y con el cuerpo.
Recordando el poder de las señales en el ambiente, necesitamos reconocer las que damos a otros al hablar. Si te hablo con un cierto nivel de pánico en mi voz y postura, como el pánico que surge cuando me preocupo de que me recuerdes o no, ese pánico es en el que se centran los pacientes con demencia. Recordemos que este tipo de pánico está realmente basado en nuestras necesidades, no en las necesidades de nuestros seres queridos. Queremos asegurarnos de que nuestros seres queridos se acuerden de quiénes somos y de quiénes somos para ellos. Es encontrar la confirmación de que la enfermedad no los ha despojado de entender nuestra conexión.
En realidad, si somos el apoyo de nuestros seres queridos, el poder al que tenemos acceso como cuidadores está basado en el ir más allá de nuestras necesidades personales por el bienestar de nuestros seres queridos. Regresando al tema de instalar señales para apoyar a nuestros seres queridos, tomemos el simple ejemplo de un niño visitando a su pariente con demencia. Una opción es acercase y preguntar “¿te acuerdas de mi nombre?” Una segunda opción sería acercase y decir, “Hola papá, soy tu hijo Lyle”. La primera opción es un examen; la segunda, es simplemente una afirmación de cuál es la relación, por lo que no requiere una valoración conceptual por parte del ser querido.